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En 1989 la compañía de transporte público de Nueva York consiguió por fin hacer desaparecer el graffiti que, durante casi veinte años, había cubierto sin tregua la totalidad de los vagones del metro. Nueva York no ha dejado de ser la meca del graffiti sobre trenes, y ha recibido desde entonces un constante goteo de visitas de escritores internacionales. Pero, como ocurre en casi todas las grandes ciudades del mundo, las pintadas suelen ser eliminadas antes de que los trenes entren en circulación.

En su mayoría, los visitantes pintan unos pocos paneles (obras de dimensiones pequeñas) y vuelven a sus países satisfechos de haber completado su álbum de fotos con la imagen del preciado modelo neoyorquino. Las fotografías son tomadas casi siempre en el mismo depósito de trenes nada más acabar la tarea, y es que conseguir que una obra llegue a circular implica escoger con mucho más cuidado el sitio y la hora en los que pintar, y limita las posibilidades.

Pero, en los últimos dos años, la actividad en el metro de Nueva York ha aumentado exponencialmente, tanto en la frecuencia de las incursiones como en la escala de las obras. Las imágenes de graffitis en circulación se han hecho de pronto habituales en las redes sociales, incluyendo numerosos vagones enteros e incluso trenes enteros, en un crescendo que ha dejado boquiabierta a la escena internacional. La cuenta de Instagram nyc.graffhead, activa desde el pasado verano, ha sido la principal pasarela mediática de esta oleada sin precedentes.

El crescendo tuvo su punto culminante el último día del año pasado, cuando se publicó en Youtube el vídeo corto We Run NYC. Una interminable sucesión de obras, todas ellas de gran escala, que supone un hito en la genealogía del graffiti. El vídeo es espectacular no solo por las obras, sino también por su efectivo uso de los drones para registrarlas. Las cámaras voladoras se vienen usando con cada vez más asiduidad en la escena, pero este es el primer vídeo que las pone en el centro de la narración de una forma tan dramática.

Lo más sorprendente de esta producción es, quizá, que tiene como subtítulo Vol. 01/10. ¿Lograrán los autores mantener semejante nivel de intensidad durante nada menos que otros nueve episodios?