El italiano Blu sigue abriendo brecha. Cuando hace ya más de diez años adoptó la técnica de la pértiga y el rodillo, introdujo la escala mural en el arte urbano. Poco después se convirtió en una de las primeras estrellas de los festivales de murales, y ha sido también uno de los primeros artistas en renegar de ese circuito.

Hoy, Blu ha encontrado la manera de volver a trabajar por su cuenta, sin que eso signifique renunciar a pintar fachadas enteras. Ha sustituido las grúas institucionales por un humilde equipo de cuerdas y arneses que le permite descolgarse por lo alto y ancho de la pared.

Blu publicaba esta tarde imágenes de su último mural, más colorido y barroco que nunca. Pintado en un barrio de Roma como parte de una iniciativa gestionada y financiada por los vecinos de la zona para la recuperación de una zona verde abandonada.

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