Hace unos días se publicó la segunda parte del radio-documental de la BBC Graffiti: paint and protest, que investiga algunos aspectos políticos del graffiti y el arte urbano. La primera parte está aquí.
Esta segunda parte está dedicada a Brasil. Son interesantes sobre todo los primeros minutos, que tratan la pixação de São Paulo.
Cerca del minuto diez el marchante de arte João Correia, hablando de la pixação paulista, expresa una reflexión que yo también vengo argumentando en los últimos años, y a la que apunté en mis declaraciones en la primera parte del documental. Es un razonamiento aparentemente obvio pero rara vez oído, porque choca frontalmente con la lógica que la propiedad privada del espacio ha instaurado en nuestras consciencias.
La mayoría de la gente les dice: es propiedad privada, no tienes derecho de hacer eso. Y a veces responden: yo estaba aquí antes que la propiedad privada. Estaba en un lugar en mitad de São Paulo haciendo mis cosas, y una empresa compró la finca, puso un edificio y me echó. Y es a mí a quien se acusa de vandalismo, yo soy el violento. Esta es una agresión física muy concreta, se me ha expulsado, y yo vuelvo y pongo un poco de pintura en la pared, que en comparación no es nada.
La imagen de la persona expulsada de un lugar concreto es solo una figura retórica. Cualquier nativo de una gran ciudad, en especial una ciudad como São Paulo, nace en un mundo en que el robo violento del espacio ha tomado ya cada centímetro cuadrado en kilómetros y kilómetros a la redonda. Nace en un territorio del cual solo tiene derecho a usar unas estrechas franjas de espacio común, las aceras, además de algunas plazas y parques. Todo el resto del espacio es privado, y para usarlo hay que pagar un alquiler o conducir un coche.
Deja tu comentario