En el graffiti la ubicación lo es casi todo. Las decisiones clave para el autor tienen que ver con dónde coloca la obra, cómo la coloca, y qué tamaño le da. La apabullante presencia de esta firma del escritor chileno Nadao es producto sin duda de su tenso estilo inspirado en la pixação. Pero tanto o más decisivo es dónde y cómo ha colocado la obra.

Un factor evidente está en el contraste entre lo inhumano de la fachada y la fuerza visiblemente humana de los trazos. Por otro lado, la firma sobrecoge porque es más grande que el espectador. Su tamaño responde además al movimiento de un cuerpo que se esfuerza por alcanzar la mayor superficie posible, y esa energía se siente.

Pero hay otro aspecto importante, quizá menos evidente, que Nadao ha hecho jugar a su favor con acierto en esta ocasión. La firma está adaptada a las formas de la fachada de una manera que podríamos llamar transversal: no obedece a la forma del cierre metálico que es su principal soporte, sino que se expande fuera de él.

Gracias a esta deliberada y precisa estrategia, la firma aparece en un plano distinto al de la fachada, flotando sobre ella. Desplegando tal energía desde sus trazos que la fachada parece replegarse a su triste condición original de modelo en 3D.

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