El graffiti puede entenderse como una forma de arte, pero no tiene nada que ver con «el Arte». El graffiti no es pintura ni es performance. Para encuadrarlo desde el prisma del arte oficial habría que referirse a él como una forma de «arte popular», un término del argot del arte oficial que se usa para referirse a casi todas las demás tradiciones artísticas.
Pero la diferencia jerárquica entre «Arte con mayúscula» y «arte popular» es interesada e ilusoria. El arte oficial es solo una más en una larga lista de culturas –o de tradiciones artísticas– paralelas y equivalentes. Cada cultura tiene su propia historia, su propio sistema de valores y su propio público, sus herramientas y metodologías características, sus registros formales, sus entornos de creación, códigos de conducta, dogmas, héroes y mitos. Cada una es tan rica como el espectador quiera profundizar en ella.
El texto completo está publicado en Ensayos Urbanos.
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