El curso pasado abandoné mi trabajo como profesor en la Universidad Complutense de Madrid, y cerré la asignatura sobre graffiti y arte urbano que impartí desde 2006 en la Facultad de Bellas Artes que esta universidad tuvo en la ciudad de Aranjuez.

La asignatura fue en su momento fue una experiencia totalmente nueva: en ninguna universidad del mundo se impartía una clase monográfica dedicada en exclusiva al graffiti y el arte urbano. Hoy el panorama ha cambiado mucho, la asimilación de estas prácticas por parte de la sociedad ha avanzado, y han surgido varias asignaturas similares en universidades de Estados Unidos, Sudamérica y Australia.

La asignatura de la UCM era eminentemente teórica, y a lo largo de esos nueve cursos lectivos creé y perfeccioné para ella más de dos decenas de conferencias que cubren con detalle el graffiti, el arte urbano y otras prácticas cercanas – un material que ahora integra los seminarios teóricos que vengo impartiendo por encargo de distintas instituciones.

Pero lo más gratificante de la asignatura era sin duda la parte práctica, los proyectos artísticos que cada alumno y alumna producía bajo mi tutoría. El único parámetro que se exigía a los proyectos era que estuvieran basados en la observación y análisis del espacio público. Es decir, debían responder a lo que es, en esencia, el arte urbano: obras que toman la ciudad como material de trabajo.

Durante bastante tiempo publiqué una selección de proyectos en Urbanario, y hace poco los trasladé a la nueva versión de mi página web personal. A lo largo de los próximos meses voy a compartir aquí algunas de las obras más interesantes fruto de todos estos años de trabajo. Para empezar, aquí tenéis la magnífica serie de esculturas de Marta Martín titulada Restos de Palacio.

El proyecto parte de los grafitos históricos que abundan en las paredes del Palacio y los Jardines de Aranjuez. Se trata de pequeñas inscripciones incisas en ladrillo, casi todas ellas firmas de soldados y funcionarios destinados en la ciudad durante los siglos XVIII y XIX. Estas firmas eran ejemplos perfectos para introducir a los alumnos en las raíces históricas del graffiti, y buscarlas y documentarlas formó parte de las prácticas de la asignatura.

Marta Martín tomó moldes de algunas de estas inscripciones, y produjo a partir de ellos una serie de pequeñas esculturas de escayola, que pintó y patinó para convertirlas en aparentes restos arqueológicos. La serie completa de esculturas está en javierabarca.es.