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Los alias de Invader

Javier Abarca, 1 de mayo de 2008

La serie de obras coleccionables que Invader llama alias son una de las escasas propuestas planteadas por artistas vinculados al arte urbano para salvar, al menos de forma simbólica, la imposibilidad de comercializar obras producidas sin permiso en la calle.

El gran dilema del arte público independiente surge cuando al artista, acostumbrado a crear sus obras para abandonarlas en la calle, le llega el momento de producir objetos vendibles que le den de comer. Desde los artistas del graffiti en el Nueva York de los setenta hasta los actuales artistas urbanos, la solución inmediata para la mayoría ha sido y sigue siendo pintar cuadros y editar obra gráfica en el estilo que caracterizara sus obras en la calle.

A nadie escapa que ese brusco cambio de contexto pervierte en su esencia la obra, sin dejar de ella más que un reflejo turbio. En este tipo de arte el entorno es parte de la pieza tanto como lo es la pieza misma, y la una sin el otro deja de existir. El transplante directo de la calle a la galería parece no funcionar nunca.

La solución pasaría por idear maneras de hacer vendibles las obras ejecutadas en la calle, pero muy pocos artistas en todo el mundo han aventurado experimentos en esta dirección. Uno de ellos es el francés Invader que, al menos desde el año 2000, pone a la venta lo que él llama alias.

Se trata de réplicas exactas de piezas concretas instaladas en la calle. En la campaña que desarrolla desde finales de los noventa Invader utiliza teselas de colores con las que confecciona pequeños mosaicos que pega en las paredes de las ciudades. Los mosaicos son siempre cambiantes, de modo que cada alias es también único. Se venden dentro de un bloque de resina, van acompañados de un certificado de autenticidad que especifica la calle y la fecha en que se instaló el original, y de una foto del mismo en su entorno natural.

Una solución sin duda inteligente, y eficiente si tenemos en cuenta que el producto tiene una belleza y sobre todo una cualidad física y una durabilidad que lo hacen apropiado para ser objeto de coleccionismo. Pero lo más interesante del asunto es que el certificado de autenticidad te hace en teoría dueño de la pieza original instalada en la vía pública. Por más que tal posesión sea ficticia, la idea propone un interesante puente entre las obras de calle y las obras de colección, y supera una encrucijada insalvable de manera limpia, clara y efectiva.

Invader

Un mosaico de Invader en París, imagen de Wikimedia Commons.

Invader

Detalle de un alias de Invader.