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Tsang Tsou Choi, el rey de Kowloon

Javier Abarca, 14 de octubre de 2008

El trabajo del chino Tsang Tsou Choi es, con mucha diferencia, el corpus más descomunal de arte urbano de que se tenga noticia. Desde mediados de la década de 1950, y durante más de cincuenta años ininterrumpidos, trabajó a diario caligrafiando de arriba a abajo todo tipo de superficies en las calles de Hong Kong con mensajes en los que defendía un supuesto linaje real.

Nacido en la provincia china de Guangdong en 1921 y fallecido en julio del año pasado, Tsang Tsou Choi pertenecía a la casta social más baja y sólo fue al colegio dos años, de modo que era casi analfabeto. A pesar de eso dedicó la mayor parte de su vida a escribir en paredes, mobiliario urbano, y cualquier superficie accesible en las calles de Hong Kong, ciudad a la que había llegado con dieciséis años para trabajar en fábricas y vertederos.

El trabajo de Tsang es reivindicativo: sostenía que, estudiando su árbol genealógico, había descubierto que Kowloon –un área de Hong Kong– pertenecía a su familia, de manera que él era el heredero y legítimo rey de Kowloon. Esa afirmación –por supuesto nunca probada–, acompañada de los nombres de sus ancestros y alguna otra frase ocasional, es la letanía que Tsang escribió incansablemente desde la edad de treinta y cinco años, a mediados de la década de los cincuenta, hasta comienzos de la presente década.

Tsang_Graffiti

Tsang_Graffiti

Imágenes de Wikimedia Commons.

Durante todos esos años Tsang mantuvo su presencia a lo largo y ancho de Hong Kong. Trabajando a la luz del día, volviendo a escribir en cuanto su obra era borrada, la obsesión de Tsang le convirtió en una leyenda local, hasta el punto de aparecer en anuncios televisivos de productos limpiadores. Aunque la policía prefirió casi siempre ignorarle, su familia le repudió por ser una molestia pública, y su mujer acabó abandonándole.

En los noventa influyó a la joven y pujante comunidad artística de la ciudad, que le reivindicó como artista outsider y símbolo de Hong Kong. Su trabajo crudo, vigoroso y que roza la ilegibilidad ha inspirado a modistos, artistas y diseñadores. Imágenes de sus intervenciones han participado en diferentes exposiciones en todo el mundo. En 1997 se mostraron en el Centro de Arte de Hong Kong, y en 2003 en la Bienal de Venecia. En octubre de 2004 la casa Sotheby’s adjudicó una tabla pintada por el artista en unos cinco mil euros.

Obligado a caminar con muletas tras ser aplastado por un contenedor de basura, Tsang continuó su tarea incluso siendo octogenario, hasta que las piernas le obligaron a abandonar a mediados de 2003. Pasó sus últimos años en un humilde asilo, escribiendo sus verdades sobre papeles y objetos diversos. Sus obras de calle, a pesar de haber sido calificadas por el ayuntamiento como símbolos locales protegidos, son cada vez más escasas. El pasado febrero se celebraba en Kowloon una exposición de imágenes de su trabajo.

Postdata 15/8/2012: Como muestran las siguientes imágenes de Wikimedia Commons, finalmente se han protegido al menos dos obras de calle de Tsang Tsou Choi.

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